Natación: una extraescolar imprescindible para los padres
Es una de las pocas actividades extraescolares que los padres no perdonan: la natación. Hoy en día se considera este aprendizaje como imprescindible para la mayoría de las familias, ya que permite que los niños disfruten del agua y evita accidentes acuáticos que pueden llegar a ser mortales.
Los beneficios de la natación son ampliamente conocidos, por un lado, físicos: mejora el equilibrio de los pequeños y adquieren mayores destrezas. En concreto, los estudios señalan que los niños que acuden a clases de natación consiguen antes habilidades como mantenerse de pie sobre una pierna, saltar a la cuerda, caminar de puntillas, golpear un balón. Además, la natación aumenta la capacidad pulmonar y mejora la circulación.
Beneficios cognitivos y sociales para los nadadores
Por otro lado, se ha demostrado que nadar mejora el desarrollo social y cognitivo. Gracias a las clases de natación el niño adquiere mayor independencia, al ser capaz de desplazarse por sí mismo y le hace ganar confianza, por lo que mejora su autoestima. Como toda práctica de deporte, nadar estimula las conductas saludables y lo educa para en el futuro tener mejores hábitos.
Una actividad que disminuye los accidentes en el agua
Lo que está claro es que, a pesar de que hasta los cuatro o cinco años los niños no están suficientemente maduros para aprender a nadar, familiarizarse con el medio acuático desde los primeros meses disminuye el número de accidentes. Así, cuanto antes se familiaricen con el agua mejor, ya que los ahogamientos son una de las causas más comunes de muerte en los primeros años. La edad, y la poca supervisión son los principales factores de riesgo para que se produzca un accidente.
El riesgo del cloro para la salud de los niños
Además, a menudo se han señalado riesgos en la práctica de la natación y las consecuencias que podría tener la inhalación de cloro u otras sustancias usadas en la piscina en la salud de los niños.
Aunque actualmente gran parte de la comunidad científica sostiene que no hay evidencias de que exista una correlación entre el cloro de la piscina y una mayor presencia de enfermedades respiratorias como el asma, sí señalan que las piscinas deben respetar los niveles de cloro permitidos y que las instalaciones deben encontrarse bien aireadas. De hecho, el Ministerio de Sanidad explica que el cloro es una garantía de desinfección, pero que un nivel excesivo puede afectar a los ojos o provocar problemas respiratorios en niños, sobre todo en espacios mal ventilados. Por lo tanto, ante cualquier duda, lo mejor es consultar con el pediatra la sospecha de que tu hijo se esté viendo afectado por estas sustancias. Sin embargo, hoy en día, el nivel de cloro de la piscina suele ser medido cada día para cumplir la ley. Según la norma, los responsables de las piscinas deben informar de los niveles de cloro que tiene el agua y si superan los límites deben cerrar el espacio hasta normalizar los valores.
Las etapas en el aprendizaje
Los niños maduran lo suficiente para aprender a nadar alrededor de los cinco años, pero antes de aprender se pueden ir superando etapas hasta completar el aprendizaje. La primera es la de supervivencia, donde el bebé se familiariza y aprende a flotar, son clases de matronatación, ya que cada bebé debe ser acompañado por uno de sus padres. La segunda es cuando el niño es capaz de desplazarse y girar en el agua. Las clases en esta etapa son lúdicas y consisten en tirar objetos y los intenten coger, aprenden poco a poco a bucear. En esta etapa todavía no se enseña técnica. Una vez que el niño ya ha pasado por estos dos estados es el momento de ir conociendo poco a poco los estilos y aprender a nadar correctamente.
Fuente: Baby control