Enseñarles a controlar sus impulsos
Alrededor de los dos años los niños empiezan a mostrar sus intereses y normalmente se frustran cuando no consiguen lo que desean. Además, en esta edad todavía no hablan todo lo que quisieran y a menudo atajan mostrando su enfado o su frustración a través de la agresividad. En nuestra mano está enseñarles a controlar sus impulsos de una forma más sana. Te mostramos cómo actuar y como cortar de raíz estos comportamientos, ya que con unas claves educativas podemos enseñar a los niños a expresar sus sentimientos de forma pacífica, lo que sin duda será un gran aprendizaje para relacionarse con sus iguales.
Cuando la agresividad reporta beneficios
Los niños aprenden rápido lo que les funciona y lo que no. Si descubren que llorando consiguen hacer lo que quieren, llorarán. Si aprenden que siendo agresivos reciben también alguna gratificación es fácil que esta forma de comportamiento se convierta en una conducta habitual. Sin embargo, cuando empieza a aflorar la agresividad, los niños no son conscientes de estas situaciones. Es la repetición del mal comportamiento sin que haya consecuencias lo que puede terminar siendo un problema. La idea es que desde el principio seamos firmes y no toleremos determinadas conductas. Para ello es fundamental que aprendan que hay otros caminos más satisfactorios de resolver las situaciones.
Si tu hijo es de los que resuelven la situación con una patada, un mordisco o un manotazo, te mostramos qué hacer para terminar para siempre con esta conducta agresiva:
- Actúa rápidamente. Cuanto más cerca esté nuestra reacción al hecho que la ha producido más claro verá el niño la consecuencia de sus actos. Si ves que la situación se va a producir y aún no se ha producido, intenta pararle con una frase del estilo ¡Basta ya! Si es necesario, apártale unos segundos.
- Responde con diálogo y coherencia. Si ha golpeado a otro niño, llévale aparte, ponte a su altura, mírale fijamente y explícale que si quiere jugar con los demás no puede golpear a otros niños.
- Mantén la calma. Trata de no gritarle o pegarle y déjale claro que su comportamiento no te gusta. Si el niño ve que tú puedes actuar calmado aprenderá que el enfado se puede resolver de esta forma.
- Dale una resolución. Cuando ya esté calmado, habla con él tranquilamente de lo que ha ocurrido. Y pídele que te explique por qué se enfadó. Dile que es normal enfadarse, pero que no puede resolver un enfado agrediendo a los demás. Enséñale que siempre puede recurrir a la palabra, diciendo aquello que no le gusta antes de que explote el enfado o acudiendo a un adulto para buscar ayuda.
- Sé constante. Intenta actuar siempre de la misma forma ante cualquier episodio de agresividad. Incluso puedes recordar la última vez que se enfadó y se puso agresivo y la consecuencia que tuvo (por ejemplo, estar unos minutos solo, sin jugar).
- Enséñale a pedir perdón. Explícale que cuando se hace daño a alguien hay que disculparse. Aunque al principio no quiera o niegue que lo ha hecho, irá poco a poco aprendiendo que la disculpa es necesaria.
- Elogia su buen comportamiento. Préstale atención cuando se porte bien, cuando comparta con sus amigos o respete los turnos. El refuerzo positivo es muy potente y por lo general es la mejor forma de fijar comportamientos en los niños. Otra forma de enseñarle es hablar con él cuando se presenten situaciones en las que él no es el protagonista. Por ejemplo, está genial que Juan haya dejado a Pedro el columpio, así los dos se han divertido. Este tipo de comentarios en el que él es observador, le enseñan valores positivos.
- Fomenta la actividad física. Si tu hijo es muy activo y ves que necesita desfogarse, ve al parque, déjale que corra, que salte y que gaste energía al aire libre y huye de actividades sedentarias como ver mucho rato la televisión o jugar con la tablet.
Fuente:
https://www.babycontrol.com/blog/ninos-como-lidiar-con-la-agresividad/